POBRECITA
Buscabas una dama convencional y cínica,
Capaz de descollar en las frívolas fiestas.
Envanecida y bella vistiendo seda y lino.
Una mujer florero que adornara tu mesa.
Querías que ella sacara provecho de su verbo,
que sumara prestigio a tu perfil maltrecho,
y regaste entre todos que habías hallado,
veta, en la mina preciosa de la mujer prehecha.
Pero ella se arropaba en saya franciscana,
dormía con los mendigos, tomaba agua de lluvia,
hablaba con las flores y le cantaba al Alba.
Despreció tus lustrosos cartoncitos de plástico
dijo lo que era cierto, no lo que convenía,
y desnuda de sedas se quedó a pleno día.
Hay mujeres extrañas que desprecian la alforja
y a mucha, mucha honra, jamás son asociadas
al mercado que arroja tersas pieles al barro.
© Leibi Ng
Buscabas una dama convencional y cínica,
Capaz de descollar en las frívolas fiestas.
Envanecida y bella vistiendo seda y lino.
Una mujer florero que adornara tu mesa.
Querías que ella sacara provecho de su verbo,
que sumara prestigio a tu perfil maltrecho,
y regaste entre todos que habías hallado,
veta, en la mina preciosa de la mujer prehecha.
Pero ella se arropaba en saya franciscana,
dormía con los mendigos, tomaba agua de lluvia,
hablaba con las flores y le cantaba al Alba.
Despreció tus lustrosos cartoncitos de plástico
dijo lo que era cierto, no lo que convenía,
y desnuda de sedas se quedó a pleno día.
Hay mujeres extrañas que desprecian la alforja
y a mucha, mucha honra, jamás son asociadas
al mercado que arroja tersas pieles al barro.
© Leibi Ng
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